Sol, calor, arena, hamacas, baño en el mar….
Se acerca el verano y da comienzo la temporada de playas. Las personas somos diversas, y según los gustos de cada una puede agradar más o menos disfrutar del ocio en las playas, pero estas, siendo un servicio público, deben estar accesibles para TODAS las personas.
Si nos ponemos a buscar playas accesibles, debemos de tener en cuenta las que poseen bandera azul, distinción que la Fundación Europea de Educación Ambiental otorga anualmente a playas y puertos con una serie de condiciones en sus instalaciones y unos requisitos ambientales.

La accesibilidad debe transformarse y tenerla en cuenta para todo, abarca algo más que adaptar un lugar a una silla de ruedas. La accesibilidad tiene que ser pensada y creada para TODAS las personas, incluyendo personas con movilidad reducida, que empleen bastón, muleta, andador; padres y madres con carritos de bebé, personas con discapacidad auditiva, visual (o ambas)… y no ser excluyente como ocurre en la mayoría de las ocasiones.
Debemos favorecer la adaptación al medio sabiendo que la legislación no ampara a las playas de la Costa da Morte, ya que son playas naturales y no tienen que cumplir con la normativa. No estaría de más, el apoyo de las administraciones públicas. Ayudaría a poner el enfoque en una sociedad más INCLUSIVA.
Las personas mayores y las personas con discapacidad son los colectivos que más consumen los productos y servicios turísticos. El turismo es una fuente de riqueza, y tiene que ser sostenible, accesible y un turismo para todas las personas.
Por VIRGINIA VÁZQUEZ.- Departamento accesibilidad INTEGRO